La fotografía abstracta es una de las disciplinas fotográficas más complejas. Este arte crea un universo de líneas, superficies y composiciones que se aíslan por completo de la realidad, de manera que una auténtica obra abstracta es totalmente autosuficiente, no necesita de nada externo a ella para ser expresiva pero también comprendida y analizada.
Por ser una disciplina tan complicada es, posiblemente, una de las que menos se practican. Sin embargo, potenciar la fotografía abstracta puede ser una buena excusa para dar rienda suelta a nuestra creatividad.
Es casi imposible dar consejos para realizar mejores fotografías abstractas porque lograrlo sólo depende de una cosa: saber ver. Así que sólo hay una manera aprender esta disciplina fotográfica: entrenando el ojo. Para conseguir buenas fotografías abstractas es totalmente necesario aprender a alejar lo que nuestro ojo ve de lo que nuestro cerebro interpreta.
Me explico: cuando nuestro ojo ve una silla, nuestro cerebro interpreta que lo que estamos viendo es eso, una silla. Para poder avanzar en la fotografía abstracta tenemos que aprender a ver esa silla de manera diferente, debemos alejar el concepto “silla” de nuestra mente y empezar a ver aquello como lo que realmente es: un cuerpo formado por formas geométricas, líneas, texturas y volúmenes.
Cuando seamos capaces de hacer esto, podremos, entonces, buscar la manera de captarlo que nos resulte más interesante. Podríamos incluso decir que hacer fotografía abstracta consiste en aprovechar elementos que nos proporciona el mundo para ordenarlos de la manera que más nos interese y convertirlos en elementos gráficos totalmente nuevos e independientes del mundo que los rodea.
La composición es una parte muy importante del éxito de una fotografía abstracta porque, además de darnos una imagen que pueda ser atractiva visualmente para aquella persona que la mira, nos puede ayudar a aislar el motivo que queramos fotografiar del entorno en el que se encuentra, cosa que es prácticamente indispensable para lograr buenas imágenes abstractas. Por eso, muchas veces tendemos a pensar que la única manera de realizar fotografía abstracta es utilizando objetivos o complementos para hacer macros. Esto es así porque la fotografía de aproximación nos ayuda a ver las cosas de una manera diferente a la que estamos acostumbrados.
Como ya hemos visto, la única manera de aprender fotografía abstracta es aprender a mirar lo que nos rodea de una manera diferente así que, por esta regla de tres, la fotografía macro puede ser un buen camino para llegar a abstractualizar los objetos más cotidianos. Pero no es la única manera de conseguirlo, saber utilizar la profundidad de campo y los espacios vacíos es importante. Incluso tratar con el color también nos puede ayudar. Si somos capaces de ver cuándo el color es representativo de aquello que estamos fotografiando, sabremos ver cuándo puede ser interesante convertir la fotografía a blanco y negro para conseguir una imagen más abstracta.
También se pueden conseguir imágenes abstractas en color, evidentemente, pero el hecho de alejarnos de la realidad trabajando con imágenes monocromáticas nos puede ayudar a la hora de conseguir fotografías abstractas de los objetos más cotidianos.
Además, realizar fotografía abstracta con objetivos de distancias focales grandes nos será mucho más fácil que conseguirlo con objetivos de gran angular, precisamente por lo antes comentado: si conseguimos aislar los motivos de su entorno, realizar este tipo de fotografías será más fácil. Sin embargo, esto no significa, en absoluto, que sea imposible realizar fotografías abstractas con algo que no sean teleobjetivos.
El hecho de que la fotografía abstracta sea, en ocasiones, tan “geométrica” y tan “aislada de aquello que le rodea” puede llevar a pensar que estas imágenes están vacías de significado. Nada más lejos de la realidad. Cuando te aventures a realizar este tipo de fotografías, debes tener muy claro qué quieres transmitir con ellas para poder ordenar dentro del encuadre los elementos de los que dispongas, de manera que puedas llegar a transmitir el mensaje que desees.
Una imagen abstracta puede transmitir serenidad o ansiedad. Puede ser una imagen estática o con movimiento. Para conseguir transmitir emociones con este tipo de imágenes, quizás te sea útil recordar este artículo en el que hablamos de los pesos visuales y cómo utilizarlos.
La fotografía abstracta es una de las disciplinas más creativas, pues se necesita gran dosis de creatividad para poder ver y realizar imágenes impactantes. Por esta razón, es casi imposible categorizar la fotografía abstracta en diferentes modalidades. Aún así, vamos a intentarlo:
Muchas de las fotografías abstractas que vemos, acostumbran a ser, también, minimalistas. Esto significa que la sencillez se apodera del encuadre y que el artista decide eliminar de la fotografía todo aquello que sea superfluo. Como una de las maneras de conseguir imágenes abstractas con los sujetos de nuestro día a día es conseguir aislarlos del entorno en el que se encuentran, el hecho de buscar el minimalismo en este tipo de imágenes suele ayudar bastante a conseguir los resultados deseados. Pero esto no significa que toda la fotografía minimalista sea abstracta o que toda la fotografía abstracta sea minimalista. Son dos disciplinas fotográficas distintas que, a menudo, cruzan sus caminos.
Sólo hay una manera de saberlo y es preguntándote si la imagen que acabas de realizar tiene significado por ella misma o por aquello que la rodea. Como ya hemos dicho, una buena fotografía abstracta es totalmente independiente, es como si no formara parte de este mundo. Realizar fotografía abstracta no consiste en retratar algo, sino en crear a partir de aquello que vemos. Utilizar elementos de los que disponemos (líneas, texturas, volúmenes) para crear algo totalmente nuevo, totalmente diferenciado y distanciado de la realidad que nos ha dado los elementos utilizados para crear la imagen. En una fotografía totalmente abstracta será imposible adivinar de qué está formada y en tu mano está el descifrarlo o no.
Fuente: dzoom.org
Autor: Mónica Vidal
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