Ah, los filtros. Pequeños pedazos de cristal que se colocan por delante de la lente con la intención de "pre-procesar" la luz que llega al sensor. Hoy en día los filtros han caído algo en desuso —al menos sus versiones físicas, obviando las digitales— ya que las lentes son cada día mejores y que la digitalidad puede compensar ciertas falencias que en otras épocas estos corregían. Pero nada quita que, si quieres incursionar un poco más profundo en este mundo, utilices algunos para lograr un cierto efecto, reducir un problema o simplemente disminuir el caudal de luz. Veamos para qué sirven los filtros de fotografía y qué función cumple cada uno.
Hoy por hoy son filtros casi inocuos, que se usan prácticamente como protección. Los sensores digitales son particularmente sensibles a la luz ultravioleta que, como el ser humano es inmune a esta, contaminan la imagen resultante. Al ser una luz que no percibimos, cuando se presenta en una fotografía esta es percibida como incorrecta. Los filtros UV lo que hacen es eliminar esta porción del espectro de luz, reduciendo su influencia en la imagen final. El problema es que prácticamente todos los sensores modernos ya tienen un filtro UV incorporado, por lo que su uso generalmente es inútil. Es justamente por esta razón mucha gente lo utiliza como protección de su elemento frontal. Nuestra recomendación siempre es evitar los cristales innecesarios. Cuantas menos manos en el proceso de transmisión de luz, mejor.
Al igual que la luz ultravioleta, los sensores son nativamente sensibles a la luz infrarroja, espectro que nosotros no podemos ver. Pero a diferencia de la primera, la fotografía infrarroja es un hecho y es muy interesante de realizar. Los filtros infrarrojos lo que hacen es bloquear todo el espectro visible y dejar pasar solo la luz IR.
De esta manera, la imagen solo está representada por este espectro —principalmente influenciado por la temperatura de los objetos— y sus resultados son en colores, con combinaciones que por lo general no estamos acostumbrados. Utilizados con algo de malicia pueden servir para ver a través de la ropa y papeles.
La luz no viaja en línea recta, o al menos no lo hace su onda. Al desplazarse, lo hace de manera polarizada, tomando distintos ángulos y formas que, aplicando el filtro correcto, pueden ser filtradas de manera selectiva. Al colocar un cristal que selectivamente elimina ciertos tipos de polarizaciones, puedes eliminar determinadas fuentes de luz selectivamente. El filtro polarizador, por ejemplo, se lo utiliza para eliminar reflejos. Es un filtro que se rota para encontrar el ángulo correcto y con este efecto puedes eliminar selectivamente, por ejemplo, tu propio reflejo o el de una fuente de luz de una ventana, disparando a través de esta sin ningún inconveniente.
Los filtros polarizadores también son utilizados en las fotografías de paisajes ya que el cielo es una gran fuente de luz polarizada. Al ver un cielo a través de este filtro, su azul se vuelve más profundo e intenso, dando más fuerza al paisaje sin necesidad de manipular la imagen digitalmente.
Este tipo de filtro es el más útil hoy en día y el único que no se puede reproducir de manera digital (al menos en un rango muy grande). Los filtros ND reducen la transmisión de luz, atenuando la intensidad de esta antes de alcanzar la lente y el sensor. Como si fuesen unos pares de anteojos para la cámara, el filtro ND permite reducir la luz en varios stops, hasta 13 en ciertos casos.
Hay una variante de los filtros ND que son los graduados. Estos no disminuyen la transmisión de manera constante a lo largo de toda la imagen, sino que tienen un degradé de arriba para abajo. Esto es útil en la fotografía de paisajes ya que atenúas la intensidad del cielo y puedes obtener una exposición constante a lo largo de toda la imagen. Son inútiles con lentes cuyo elemento frontal rota al hacer foco ya que, obviamente, debes ajustar la inclinación del degradé cada vez que enfocas. Para solucionar este problema se venden placas de vidrio con el filtro impreso, el cual debes sostener frente a la lente con tus manos.
Actúan dispersando la luz y reduciendo la acutancia final de la imagen, creando contrastes suaves y cambios muy livianos en la intensidad de la fotografía. Se utiliza principalmente en la fotografía de retratos, para crear una atmosfera onírica o incluso “perdonar” algunos defectos en los rostros.
En épocas donde los films se vendían con proporciones distintas en sus capas RGB, el filtro coloreado venia a solucionar el problema de disparar con un film luz día en una escena nocturna, por ejemplo. Si querías ilustrar lo cálido del ambiente, podías utilizar un film común e inundar de naranja la imagen con un filtro cálido. Lo mismo, pero al revés con un filtro frio.
Hoy su uso es inútil gracias al balance de blanco digital, que actúa de la misma manera. Claro que no estás filtrando la luz y eliminando rangos, como lo hace un verdadero filtro coloreado, pero el efecto es exactamente el mismo y puedes elegirlo después de disparar.
Utilizado en fotografía de blanco y negro, el filtro de contraste aumenta el contraste local de la imagen. Hoy haces lo mismo con el control de negros y de contraste en Lightroom.
Delante de este filtro se pueden ver varios surcos que, atravesados por la luz, crean patrones de estrellas en los reflejos. Es un filtro artístico y solo funciona con fuentes de luz muy intensas o brillos particulares, mientras que en ausencia de estos la luz no es afectada en ningún aspecto.
Fuente: altfoto.com
Autor: Andrés Rey
Escribir comentario