Los Secretos de Abrir o Cerrar el Diafragma

De los tres pilares de la exposición fotográfica el diafragma es, quizás, el que más determina el resultado final. Es cierto que sensibilidad ISO y velocidad de obturación no tienen mucho que envidiarle. Pero cuando apretamos el disparador, la luz tiene que pasar por la obertura que el diafragma nos ofrece, así que esta obertura será la que nos determine qué luz (tanto en cantidad como en calidad) llega al sensor después de haber sido racionada por la velocidad de obturación.

 

 

Por norma general, cuando disparamos solemos abrir más o menos el diafragma para conseguir más o menos profundidad de campo, pero no somos del todo conscientes (en general) que el hecho de elegir qué número f usaremos en nuestra toma, determina muchas más cosas además de la profundidad de campo. Vamos a ver qué consecuencias tiene la apertura sobre nuestras fotografías.

 

La Dificultad de Enfocar con Diafragmas Muy Abiertos

 

 

La profundidad de campo, como ya hemos dicho, es lo primero que tenemos en mente cuando decidimos abrir o cerrar el diafragma para nuestra próxima foto. Si nos vamos a los extremos, usar el número f más bajo que nuestro objetivo nos permita nos puede llegar a proporcionar (dependiendo de otros factores como la distancia focal) una profundidad de campo que puede llegar a cubrir apenas unos pocos centímetros. Esto nos dará como resultado fotografías muy espectaculares, pues no estamos acostumbrados a ver las cosas con tan poca profundidad de campo.

 

 

Sin embargo, tenemos que ser muy conscientes de que cuanto menor sea la profundidad de campo, menor será la zona de enfoque. Así que, si estamos realizando una fotografía en la que un buen enfoque sea algo básico (por ejemplo, un retrato o una fotografía macro) y queremos usar una profundidad de campo muy reducida, tendremos que estar MUY pendientes a la hora de hacer click. No basta con apretar el disparador hasta la mitad, que la cámara enfoque y luego recomponer la escena.

 

Cuando hayamos hecho la fotografía, debemos asegurarnos de que lo que pretendíamos enfocar está enfocado realmente. Podemos hacerlo mirando el resultado en la pantalla de la cámara y ampliando la imagen todo lo que sea necesario hasta que estemos seguros de que está perfectamente enfocada.

 

 

Un pequeño truco para poder enfocar mejor con profundidades de campo muy pequeñas (aunque, eso sí, necesitaremos un objetivo zoom): el hecho de que una imagen esté o no enfocada depende, únicamente, de la distancia que haya entre el sujeto y el sensor de nuestra cámara. La distancia focal del objetivo no influye en el enfoque. Así que, si tenemos un objetivo de focal variable (o zoom), podemos enfocar más fácilmente usando la distancia focal más larga que se tenga.

 

 

Así, al tener una visión más “cercana” del sujeto a enfocar, podremos hacerlo más fácilmente. Una vez enfocada la imagen, podemos colocar la focal que más nos interese.

 

 

Nota:  esto funciona únicamente para objetivos “parafocales”, que no cambian el enfoque con la focal. Sin embargo, no todos los objetivos tienen esta característica. Es por esto que, antes de enfocar siguiendo esta técnica, tendrías que asegurarte de que tu objetivo te lo permite realizando las pruebas pertinentes en la máxima apertura y la mínima distancia de enfoque. Para generar la mínima distancia focal y, así, poder apreciar mejor los posibles errores.

 

 

Sin embargo, tienes que asegurarte de que la distancia entre tú y el sujeto no variará (si puedes usar un trípode, mejor) y, por supuesto, que aquello a lo que le vayas a hacer la fotografía no se mueva por su cuenta (cuidado con animales, personas o objetos que puedan cambiar su posición por, por ejemplo, un golpe de viento).

 

 

Esta “técnica” (por llamarla de algún modo) también nos puede funcionar si disponemos de una cámara con Live View, que nos permita ver las fotos antes de tomarla en la pantalla y ampliar la imagen digitalmente antes de tomarla.

 

 

En conclusión, si la profundidad de campo reducida no es algo que necesitemos en la fotografía que queremos conseguir pero sí lo es el enfoque, será aconsejable cerrar el diafragma hasta un número f medio (por ejemplo, f5.6 o similares) para poder tener más zona enfocada. Así, aunque también tendremos que estar pendientes de enfocar correctamente, tendremos más margen de error.

 

A Diafragma Más Abierto, Más Posibilidad de “Flare”

 

 

Primero de todo, ¿qué es esto de “flare“? Un flare es un fenómeno en el que hay una cantidad de luz que no forma ninguna imagen pero que, aún así, llega a nuestro sensor. Se trata de una luz parásita y que, la mayoría de veces, es bastante incontrolable. La teoría quizás es un poco compleja, pero si os enseño una fotografía con flare, seguro que sabéis de qué se trata:

 

 

 

 

 

Sí, son este tipo de reflejos que se generan, sobretodo, cuando hacemos fotografías a contraluz. Cuando el foco de luz está situado de manera que ésta llegue a entrar directamente en nuestra lente. No sólo aparece cuando hacemos fotografías con el sol por delante, también se puede dar con bombillas u otros puntos de luz (como fogatas, velas, o pantallas) que puedan encontrarse en nuestra composición, aunque no sean el foco de luz principal. Y, si bien es cierto que pueden darle un toque original a nuestras fotografías, en muchas ocasiones será un elemento a evitar, pues distraerá la vista del sujeto principal.

 

 

Volviendo al tema: cuando abrimos mucho nuestro diafragma, éste deja pasar mucha luz. Gracias a esto podemos realizar fotografías con velocidades de obturación altas pese a encontrarnos en situaciones de escasa luminosidad. Pero el hecho de dejar entrar mucha luz también nos puede influir negativamente. En este caso, con la aparición del flare. Es cierto que el diafragma no es el único elemento de nuestro equipo fotográfico que influirá en la aparición de flare en nuestras imágenes (elementos como los filtros que coloquemos en nuestros objetivos o la calidad, tanto de filtros como de objetivos también puede condicionar) pero cerrando un poco nuestro diafragma estaremos, en cierta manera, limitando qué luz entrará en nuestro sensor, así que podremos limitar la aparición de flare en nuestras imágenes.

 

 

Si además utilizamos un parasol o, simplemente, generamos sombra con nuestra mano sobre el objetivo cuando vayamos a tomar la fotografía, todavía reduciremos más las posibilidades de aparición de este fenómeno lumínico.

 

 

Cómo (intentar) Evitar las Aberraciones Cromáticas

 

 

Las aberraciones cromáticas se producen cuando las luces de distintos colores que forman una imagen no se concentran en un mismo punto. Esto da lugar a márgenes de color verde-azul y/o rojo-morado en algunas zonas de nuestras fotografías.

 

 

Estas aberraciones pueden aparecer en nuestras fotografías por muchos motivos, la mayoría relacionados con la construcción de los objetivos que estemos usando. Además, hay distintos tipos de aberraciones cromáticas (como pueden ser la longitudinal o la transversal, aunque no vamos a profundizar en esto). El caso es que disparando a diafragmas más cerrados, podemos controlar algunas de estas aberraciones. Si en la imagen usada como ejemplo se hubiera cerrado un poco el diafragma, seguramente se hubiera controlado esa aberración cromática de los reflejos del sol en el agua.

 

 

La Nitidez del Punto Dulce

 

 

En dZoom ya hemos hablado alguna vez de cómo la apertura de diafragma afecta a nuestras fotografías, concretamente hablando del punto dulce de nuestros objetivos. El caso es que usar nuestro diafragma en cualquier de sus extremos (tanto muy abierto como muy cerrado) hará que la nitidez de nuestras imágenes se resienta. En la siguiente imagen, queda demostrado gráficamente:

 

 

 

Como se puede apreciar, a f1,8 (diafragma máximo de mi objetivo) y a f16 (diafragma mínimo de mi objetivo) la nitidez de la imagen es menor que en diafragmas intermedios. Por otro lado, si nos fijamos, a f1,8 existe la aberración cromática que hemos estado explicando en el punto anterior. Así que el punto dulce de este objetivo (un nikkor 50mm f1,8) estará cercano a la f5,6. Para saber exactamente cuál es ese punto, sería necesario realizar la misma fotografía con todas las aperturas existentes. Por cierto, si vas a buscar el punto dulce de tu objetivo, deberás realizar todas las fotografías de prueba con trípode, con enfoque manual, disparadas con disparador remoto y habiendo medido la exposición previamente, para poder hacer todas las fotos sin mover un ápice la cámara. Así te asegurarás de que las diferencias entre imágenes sean causadas, únicamente, por el diafragma.

 

 

Es cierto que esta falta de detalle se hace muy evidente cuando trabajamos con ampliaciones muy extremas de nuestras fotografías pero a “ojo desnudo” (o sea, sin ampliar excesivamente las imágenes) puede apreciarse claramente la diferencia entre la nitidez de la imagen tomada a f1,8 y la tomada a f4.

 

Así que, si lo que necesitamos conseguir es una imagen con un alto nivel de detalle, ya sea porque vamos a ampliarlo en una impresión o por cualquier otra razón, deberemos buscar (y, por lo tanto, conocer) el punto dulce del objetivo que vayamos a usar. Así nos aseguraremos del mejor resultado fotográfico.

 

 

¿Haciendo Fotografías a f1,8?

 

 

Con todo lo que acabamos de ver, quizás no es muy recomendable tomar fotografías con el diafragma abierto al máximo pues esto trae más consecuencias “negativas” que otra cosa. Aún así, hay situaciones en la que será necesario hacerlo: cuando necesitemos una profundidad de campo tremendamente pequeña o cuando dispongamos de poquísima luz para realizar la fotografía. Aún en estos casos, para conseguir los mejores resultados, quizá sea mejor cerrar un paso o dos el diafragma a fin de evitar las aberraciones, la falta de nitidez y los flares en la medida de lo posible. Además, disparando en, por decir algo, f2,8 (si nuestro objetivo es de, por ejemplo f1,8) no estaremos ampliando excesivamente la profundidad de campo de nuestra imagen y, además, podremos seguir haciendo fotos en condiciones de poca luz.

 

 

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Fuente: http://www.dzoom.org.es

Autor: Mónica Vidal

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